El realizador francoargentino Gaspar Noé es fanático de la polémica película Saló o los 120 días de Sodoma de Pier Paolo Pasolini, la cualcausó revuelo en 1975 por su violencia y crítica atroz al poder y la guerra.
Es posible que su encuentro con esta producción, que sonrojó a muchos, lo haya influenciado en la que sería una marca en la cinematografía de Noé: violenta, visualmente cuidada y horrorosamente honesta.
Desde producciones como Solo contra todos, Carne y una de sus cintas más famosas, Irreversible, este realizador se ha ganado el amor y el odio por su deseo de dar golpes certeros al espectador.
Su más reciente producción, Love, vendida como una película de porno en tercera dimensión, es en realidad una aproximación al melodrama y a ciertos conflictos que se gestan durante una relación amorosa.
“Me pregunto por qué es más fácil mostrar asesinos seriales o imágenes de una guerra que un acto amoroso. Las imágenes del placer son más tabú que las del horror. Podemos ver a un tipo degollando en vivo a otro, pero no a dos personas teniendo sexo”, comentó Noé.
Los dos protagonistas se besaron por primera vez el primer día de rodaje. Ni siquiera ensayaron. Obviamente habían leído el guion y sabían de qué se trataba la película. La idea era mostrar la vida amorosa tal como la conocemos, que lo que vieras en la pantalla se pareciera a la vida. Cuando estás enamorado de alguien, un beso te da tanto placer como hacer el amor. Y en ese juego puede incorporarse un tercero y funcionar o no. La película no está a favor de la monogamia ni de la poligamia, no vende ningún discurso. Cada pareja maneja su relación sobre la base de los acuerdos mutuos. Y esos acuerdos se renegocian todo el tiempo. Love habla un poco de eso”.
